sábado, 5 de agosto de 2023

Acaparadoras

Ante una mudanza inminente, siempre me pasa lo mismo: los objetos que atesoro y acumulo sin darme cuenta se me hacen pesados y redundantes. Lo que hace unos días me acompañaba con cariño, ahora me estorba.

Estos días pienso mucho en ti. En realidad, estos últimos años y, sobre todo, cada día más. Cuando yo era pequeña te observaba atentamente, como cualquier niña observa a su madre. Eras acaparadora. Dábamos una vuelta por un mercadillo y no consentías en volverte sin un trasto, casi siempre algo pequeño, pero siempre inservible y bonito a partes iguales. De pequeña me fascinaban esos objetos que atiborraban los cajones y las repisas, de adolescente los odiaba, y ahora repito por puro gusto esta práctica de acaparamiento que he desarrollado sin darme cuenta. 

Lo que no he hecho como tú es echar raíces, y todos estos pingos me estorban en mis constantes traslados, y acabo deshaciéndome de ellos amargamente.

No sé si es tarde para enmendar este defecto heredado, todo está por ver. Para echar raíces tal vez no sea tarde después de todo. El primer paso lo he dado hace poco, y sé que me has ayudado en la distancia, y también sé lo orgullosa que estás de mí.